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De izquierda a derecha, Manuel Breva, Luis Martí, Cristina Pauner, Ángel Báez, Miguel Nicolás, Justo Vellón, Javier Valls y Vicente Mut. MANOLO NEBOT ROCHERA
La conmemoración anual del 9 d’Octubre viene acompañada del 40º aniversario del Estatut d’Autonomia. Con motivo de esta efeméride, Mediterráneo reunió a representantes de diferentes instituciones para que pusieran el retrovisor e hicieran balance. El director del periódico, Ángel Báez, recordó el escenario «de la habitación 105 del hotel Azor de Benicàssim, en la que hubo largas reuniones para dar forma al borrador del Estatut, un periodo de muchos cambios en el que la carta magna de los valencianos ha sido el marco jurídico que ha permitido progreso y modernidad, aunque no exento de dificultades».
Los ponentes se reunieron en el salón de grados Germà Colon de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la UJI, con unas intervenciones que coincidieron en cómo habían avanzado sus respectivos sectores con el Estatut y la puesta en marcha del autogobierno autonómico. La secretaria general de la UJI y profesora del departamento de Derecho Constitucional, Cristina Pauner consideró que el Estatut «aportó un catálogo de competencias muy amplio», de modo que los ciudadanos y las empresas tuvieron la oportunidad de interactuar con una administración más próxima y conocedora del territorio. Una idea en la que coincidieron el resto de participantes en este desayuno informativo. El director de CEEI Castellón, Justo Vellón, expuso que la puesta en marcha de la red de centros de innovación de la Comunitat es fruto de las políticas de la Generalitat. También la creación de la UJI se debe a una ley del Consell, lo que ha supuesto una mejora de oportunidades formativas a los jóvenes de la provincia.
Uno de los aspectos en los que coincidió la mayoría de los invitados fue la interacción entre el ámbito universitario y empresarial. Miguel Nicolás, de la patronal cerámica Ascer, comentó «el gran desarrollo tecnológico gracias al papel del Instituto de Tecnología Cerámica, ITC, lo que junto a la evolución de las asociaciones del clúster ha derivado en una eclosión», muy marcada en el área de Castellón. Algo a lo que también aludió el secretario general de la asociación de fritas y esmaltes cerámicos (Anffecc), Manuel Breva.
Por su parte, el director financiero de la planta de bp en Castellón, Vicente Mut, expuso que la empresa, con más de medio siglo de trayectoria, «formó parte desde el principio del Consell Social de la UJI», y colabora en la formación y la investigación a través de una cátedra de medio ambiente industrial.
El presidente de la patronal CEV Castellón y también vicepresidente de la asociación de hostelería Ashotur, Luis Martí, puso encima de la mesa que la mejora de los indicadores económicos de los valencianos «ha sido notable, pero a la vez nos ha alejado de la media nacional y europea», por lo que «hay que buscar de manera conjunta fórmulas que reparen la brecha». Sobre estos retos de futuro, el director de la Cámara de Comercio, Javier Valls, deseó que la conmemoración de los 50 años del Estatut «muestre la superación de todos estos objetivos».
Las cuatro décadas transcurridas desde la aprobación del Estatut d’Autonomia han supuesto «una aportación muy positiva, un antes y un después en el territorio», destacó la secretaria general de la Universitat Jaume I y profesora de Derecho Constitucional en la universidad castellonense. Precisamente uno de los frutos del autogobierno fue la puesta en marcha de la UJI, «que creó una gran ventana de oportunidades a Castellón, porque se generó la oportunidad de crear una transformación social y responder a demandas de acceso a titulaciones, además de transferir conocimiento al mundo empresarial». Hasta ahora son 56.000 los titulados, «y hemos atraído a gente de toda España e incluso a personal investigador del extranjero». Para Pauner, «tanto la autonomía como la autonomía universitaria tienen el fin de mejorar la sociedad y vincularse con el territorio».
El vicepresidente ejecutivo de la asociación de hostelería y turismo de Castellón (Ashotur) señala que la entrada en vigor del Estatut «supuso la descentralización de las competencias en materia turística, porque antes eran solo del Estado y esto suponía arbitrariedades a la hora de repartir fondos y hacer promoción». Además, reflejó los cambios que este sector ha tenido en el organigrama de la Generalitat, lo que le llevó a reivindicar que haya de nuevo una Conselleria específica. «El turismo supone el 15% del PIB de la Comunitat, por lo que tiene un peso suficiente como para tener un sillón en el Consell», valoró. En cuanto a los retos para el futuro del turismo en Castellón, expuso que son «los mismos de hace 40 años, como la desestacionalización, la internacionalización y la profesionalización». Además, expuso que la provincia tiene que aprovechar «para convertir los recursos turísticos en productos; somos un destino joven y poco explorado».
La efeméride que se conmemora estos días «es un motivo de alegría, porque supuso el fin a 200 años de centralismo y la mejora del sentimiento de pertenencia a un territorio», comentó el director gerente de la Cámara de Comercio de Castellón, Javier Valls. En su intervención recordó que las cámaras de la Comunitat ya reivindicaron en 1976 el Estatut, con unos planteamientos que todavía siguen vigentes, «como la proximidad de los órganos de decisión y una mayor eficacia a la hora de zanjar problemas». En su mirada a 1982 recordó que la «inflación era altísima y la tasa de paro exagerada», por lo que en estas cuatro décadas «ha habido crisis y políticas de todo tipo, pero el salto cualitativo es evidente». También recordó la incorporación a la CEE, germen de la actual Unión Europea. «Ha habido cambios en el modelo económico, pero el peso industrial sigue siendo el doble sobre la media española, por lo que Castellón sale con ventaja para evolucionar».
El director del Centro Europeo de Empresas Innovadoras (CEEI) de Castellón, Justo Vellón, hizo un amplio repaso a las numerosas iniciativas que desarrolla este espacio, que el próximo año cumple su primer cuarto de siglo de vida. «La aprobación del Estatut supuso el inicio de un ciclo en el que se apostó de manera firme por la innovación», dijo, con la puesta en marcha de organismos como el instituto de la pequeña y mediana empresa (Impiva), que luego de transformó en el Ivace, «o la entrada en funcionamiento de los centros tecnológicos, de los que el ITC es un abanderado». Entre los hitos del CEEI Castellón está la reciente catalogación del programa de aceleración empresarial Órbita como el mejor de toda España, según el ránking elaborado por la Fundación de Cajas de Ahorro. «Estamos en una posición buena para el futuro, pero tenemos que ir todos juntos de la mano y a la misma velocidad», expuso, en referencia a la administración pública.
Cuando llegó la aprobación del Estatut, la cerámica ya era un sector relevante en la vida económica de Castellón y la Comunitat, aunque el vicepresidente de la asociación que agrupa a los fabricantes de estos productos (Ascer), Miguel Nicolás, señala que ha ido «de la mano del desarrollo económico de la Comunitat». Entre los puntos positivos, incide en los avances técnicos. «Industrialmente, en estos años se ha avanzado mucho», mencionó, ya que en los años 80 «hacer un metro cuadrado de producto suponía un plazo de dos o tres días de fabricación y ahora no llega a las dos horas».
Muestra de toda esta evolución es el uso de fuentes de energías. «El paso del fuel oil al gas fue decisivo en productividad, eficiencia y medio ambiente», destacó Nicolás. Algo que fue seguido de la adopción de los hornos de monococción para acelerar los procesos. Luego llegaría una revolución surgida en Castellón. «El invento español de la decoración digital hizo que España fuera pionera en materia tecnológica, algo que antes solo dominaban los italianos», detalló. Cuando apareció la autonomía «se producían 116 millones de metros cuadrados con 13.000 empleados directos; en el 2000 hubo el salto a los 600 millones con 25.000 personas, y ahora estamos con 587 millones, con 17.000 empleados», expuso. Una evolución que también se ha dado con las exportaciones, que del 30% de la producción total en 1980 ha pasado a ser del 75% de los últimos años.
El vicepresidente de Ascer comentó que en estos 40 años «ha habido luces y sombras, y ahora estamos en periodo de sombras», por la incertidumbre que causan los costes energéticos, por lo que es necesario el papel de la Generalitat y del resto de instituciones «para proteger el valor añadido de la marca España y mantener los niveles de competitividad».
La asociación que agrupa a las empresas dedicadas a la fabricación de esmaltes, fritas y colores para la cerámica, Anffecc, fue fundada en 1977, y ha convivido en casi todo momento con el desarrollo del Estatut. El secretario general de la entidad, Manuel Breva, remarcó que uno de los puntales «ha sido la apuesta importante que hemos dedicado a la formación», al contar con la UJI para la puesta en marcha de estudios «relacionados con la ingeniería y así poder nutrir de personal cualificado al sector». Y es que, según detalló, las empresas agrupadas «cuentan con un 60% de trabajadores que son titulados universitarios».
Entre los hitos de estas cuatro décadas, Breva inició su repaso en los 80, «cuando se firmó el convenio con Enagás para cambiar como vector energético del fuel oil al gas». Posteriormente «empezamos a entrar en estamentos nacionales dedicados a la industria química». El cambio de siglo ya estuvo ligado a un periodo marcado a las reglamentaciones europeas de productos y los requerimientos de seguridad e innovación. «En el 2003 hubo un convenio con la Generalitat para aportar un sistema de filtros en mangas para los hornos, algo que hicimos en solo dos años con una inversión de 30 millones de euros», dijo. Más adelante fue de los consorcios europeos para reglamentar sustancias químicas con las que trabajan las empresas de Anffecc.
El balance todos estos años también tiene un hueco destacado en el 2000, «cuando por primera vez nuestras exportaciones fueron superiores a las ventas nacionales», recordó. En la actualidad exportan por valor de 1.000 millones al año. Además, la colaboración con el segmento de la maquinaria «supuso el desarrollo de tintas para impresión digital, que ayudó a salir de la crisis anterior», relató. Ahora están inmersos en otra crisis por los costes de la energía, por lo que «hacen falta medidas contundentes de apoyo al sector», concluyó.
El polígono del Serrallo de Castelló es la sede de las instalaciones de bp, que aportan energía a una buena parte de necesidades de la Comunitat. El director financiero de la planta ubicada en la provincia, Vicente Mut, comentó que antes de la existencia de la administración autonómica «las relaciones con las instituciones tenían que pasar siempre por los ministerios, en cambio el papel de la Generalitat es fundamental como socio estratégico con el Estado».
Mut comentó que el periodo iniciado con la promulgación del Estatut ha ido acompañado de numerosos cambios en la sociedad, que también se reflejan en la evolución de las fuentes energéticas. «Empresas como la nuestra tienen que asegurar el suministro para que la actividad no se detenga, hacer que la energía sea asequible y compatible con la competitividad, y ahora también tenemos como foco la sostenibilidad», expuso.
Para el futuro mencionó que Castellón «tiene un gran potencial para cumplir con todos estos supuestos, y una de las grandes apuestas es el hidrógeno, algo novedoso en lo que necesitamos ser emprendedores». En este sentido, recordó las diferentes alianzas que hay establecidas para explorar sus posibilidades. Una con Iberdrola, y la otra con las asociaciones del clúster cerámico. «Estamos definiendo cómo puede ser el uso industrial del hidrógeno, lo que implica un coste», detalló, por lo que recordó el papel que puede tener la Generalitat a la hora de dar un respaldo.
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